En su lecho de muerte, el emperador romano Publio Elio Adriano (76-138 d. C.), anunciado oficialmente entonces como: Imperator Caesar Divi Traiani filius Traianus Hadrianus Augustus, escribió un poema:
Animula, vagula, blandula
Hospes comesque corporis
Quae nunc abibis in loca
Pallidula, rigida, nudula,
Nec, ut soles, dabis iocos...
Popular, se ha traducido mucho, pero solo he encontrado formas explicativas que muestran lo que las palabras quieren decir sin transmitir el canto, y algunas más fieles, pero sin mucha métrica. Así que comparto el intento mío de verterlo dejando, más o menos, el ritmo del poema:
Oh, ánima, vagabunda, blanda,
huésped amiga del cuerpo,
¿dónde habrás de ir ahora
tan pálida, rígida, desnuda,
sin jugar como solías...?
Viajó a casi todas las provincias de su imperio prodigando fiestas a su paso con las distintas culturas y gentes, por inaugurar varios tipos de construcciones, ciudades, obras arquitectónicas y de ingeniería; también celebró muchos juegos de circo y representaciones en los teatros, de hecho, pasó más de 12 de sus 21 años de reinado fuera de Roma. Mucho de ese tiempo fue jugar y aprender, pero no todo: también fue severo, otro tanto del tiempo fue melancólico, etc., era muy voluble. Cuando dice que ya no va a darse a los juegos, se refiere sí a la vida misma, pero también específicamente a lo que vivió. Los juegos de su alma eran su propia pasión por festejar que disfrutó y teme no volver a experimentar. La correlación de jugar con vivir es lo suficientemente simple como para hacer innecesario su intercambio y debilita la traducción poética (tal vez no una explicativa, que intenta mostrar lo que las palabras querían decir y no lo que quiso transmitir el poeta); pues al ser poema, se espera que el lector lo piense, lo sienta y lo vuelva interno.
Hago otra versión más libre en su arreglo para, además, tomar en cuenta una posible interpretación de sus palabras —se pueden cambiar los adjetivos pallidula, rigida y nudula al sustantivo loca, hacia dónde podría dirigirse su animula, en vez de calificar a ésta. Además, añado que, aunque los romanos solían usar mucho diminutivos sin denotar pequeñez, para intensificar o llamar la atención, en especial en poesía, probablemente sonaron algo menos cariñosos a como nos suenan desde el español (tal vez poquito).
Pequeña alma, viajera y delicada,
del cuerpo alojada compañera,
¿a qué lugares irás afuera,
sombríos y ásperos, desabrigada,
sin ya darte a los juegos siquiera?
Gastón R. Fernández G.
Imagen: Áureo (117-138).
No sé por qué siento que el fin del mundo será un sábado, al menos creo que iniciará un día de esos en que se empieza uno a relajar un poco y a sentirse más tranquilo con la estupidez ajena; mi cuerpo ya se lo habrán comido los gusanos y lo habrán cagado dándole más vida a sus larvas o a algunas florecillas o arbustos o cactus o a un árbol que probablemente para entonces ya habrá muerto igualmente y reuniéndose, como hacen con normalidad: usualmente sin malignidad, con el resto de la vida orgánica, un ciclo se completará una vez más; y mis libros, que habrán de ser leídos por muchos ojos, ya habrían de haber sido ese día lo que hubieron habido ser muchos otros en sus fases periódicas de destrucción cinematográfica y olvido público. Aunque, quizás; y en esta opción mi esperanza, enfatizo, recae; tal vez, porque es más posible que las otras, esto, sin explicar ahora, lo insistiré si es necesario; habrá de estar mi obra siendo leída en muchas partes: originales, traducciones y versiones condensadas para normales y los que aprenden a leer en cualquier idioma y ese tipo de cosas que, aunque buenas por su interés, parecen malas a algunos autores; a mí, espero y objeto, ni vivo ni muerto me molestará mucho. Veré sin mi cuerpo a esos individuos con excelsos gustos por la literatura que estén disfrutando mis letras por enésima y última vez en la tierra, además de los que debatan mis obras filosóficas; le habré de proponer a los espíritus de los grandes que me antecedieron y siguieron que hagamos una gran fiesta con sus muchos más lectores y los míos, una vez calmado el alboroto cuando todo acabe, en un lugar neutro para dialogar con los que estarán invariablemente recónditos en el figurativo abajo.
Estornudé un par de veces y mis dedos escribieron esto en automático; en cada estornudo se escribieron muchas palabras y cuando vi la pantalla ya estaba hecho. Al parecer, a mi memoria muscular y algún lugar de mi cerebro les salió un par de estilos, hechos con la facilidad de usar los signos de puntuación después de hacer una prosa de cientos de palabras sin usar ninguno.
Incertidumbre ha habido a su alrededor durante gran parte de nuestro andar, aunque es ejemplo de estabilidad incuestionable. Se distingue su belleza entre sospecha y preocupación que surge sutilmente lúcida a sus múltiples visiones hasta encontrarnos viendo la sabiduría delirante de la naturaleza en ella. Huele el día y busca hibernar en su mente; su pálido resplandor solo se aprecia con magnitud adecuada en la negrura. Sabia y contradictoria ave de pedernal, el reflejo del día le deja salir ante los sentidos. Su finura discreta radica en aprovechar con destreza algo sin tacto ni cautela. Por eso le recuerdo, por su equilibrio en la moderación aguda, no por la firmeza que se advierte con facilidad. La vieja dama de cristal que excita al hombre clandestino entra en las mentes acrecentando la imaginación. Marca su huella en los solitarios emocionados y en los que le miran con pereza, dando confianza o tranquilizando con su propia quietud.
Un susurro de las sombras pide los secretos. Parece de ambos: nos y aquél destello de granito. Pero ese espectro diamantino ya conoce los silencios escondidos con el día y la noche que dormitan con el mundo en el lodo y lo despabilan sin desesperación; es el espejo opaco que los mira sin dueño. Tira de cuerdas que le mantienen como una medida del tiempo que hipnotiza en su mutable beldad. Aprovecha lo que conoce como la lluvia o el fango, tragando el viento en cortas bocanadas intrusas e intentando hacerlo con momentos sin ser descubierta. Nos hace recordarnos, repletos de bondades y maldades que crecen, decrecen, vienen y van; como ella, moviendo con su robustez las abundantes faldas acuosas de la gran madre de hijos sinnúmero.
Gastón R. Fernández G.
The people all you've spoken to have in your mind combined an intaglio of state semantic statement agrammatic merge in audio vigil visual sigil olio.
In front of the mirror you throw water on your face, look up and a giant floating eye slowly opens behind you. You can't move. Sharp pointy teeth form a grin below it. You stop breathing while it laughs.
A solid goo of tissue starts to exit your nose. You exhale forcefully and your brain comes out of the nostrils.
You wake up with cold sweat.
Why was I a creature with two eyes and four limbs, and why was I looking from behind?
Gastón R. Fernández G.
Invisible lámpara del mundo que se alumbra mientras flota en tinieblas y deslumbra al descansar párpados y piernas. Escuchar le ciega, ver le ensordece. El adiós lo vuelve perpetuo y el hola, caduco. Es lo que debería ser: ilusiones que emanan de la miseria y se elevan por encima en la abundancia; sentimientos que se amortiguan entre sí. Se vuelve irónico en la ironía y por la vanidad; racional en la razón y por la locura. Es solo entre semejantes y por los otros; noble en lo ideal y por su voluntad; bestia en lo bestial y por la agonía.
Gastón R. Fernández G.
A). El nombre de una persona es un código sin significado, designación temporal aleatoria dada por las circunstancias vinculadas a las personas que lo decidieron cuando llegaron, o a lo que deciden los que se ponen un nombre nuevo.
B). Es mucho más, lo es todo, es el núcleo de nuestra existencia, el punto de partida de una programación de la identidad individual que está presente de manera continua.
C). Un poco de eso y un poco de aquello.
D). La persona le da sentido al nombre.
E) Nuestro verdadero nombre está oculto y nos representa completamente.
F). Todas las anteriores.
G) Otra (especificar qué).
Gastón R. Fernández G.
La comedia humorística es ilógica como emoción y como fuera del lenguaje o la razón, aunque puede estar unida a casi cualquier elemento: puede provenir de un chiste dicho o de una situación actuada, también puede ser que algo gracioso no pueda separarse de un conjunto de palabras o de una circunstancia específica o que sólo sea gracioso para un individuo; pero su sentido y referencia es, inherentemente, no lógico: para ir más lejos y ser más audaz, lo que causa risa en un chiste lógico es ilógico; una reacción, ya biológica, ya fabricada, ya aprendida, a la equivocación o error, a la ironía, a lo inverosímil o a algo favorable del ambiente. Es decir, lo que causa risa está en su propio mundo, pero usa lo demás para existir cuando le conviene o le es propicio.
Gastón Fernández III. Litterae, philosophia, ars, fabula et scientia. Instagram: @gastfern Twitter: @Gaston_III Cualquier imagen, video, o demás publicación, en parte o completa, que sea de su propiedad intelectual o de uso, o que crea que infringe alguna ley, y quiera que lo quite: por favor, hágamelo saber. Any image, video, or other publication, in part or complete, that is of your intelectual property or use, or that you believe to violate any law, and want me to remove it: please let me know.
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